¿Quién soy? Esta pregunta tan “simple” es la que te hago.
Podrías decir que sabes cuantas hermanas tengo, cómo se llaman mis padres, dónde vivo, dónde estudié, que tienes mi número de teléfono y, por todo eso, me responderías: “Sí, te conozco y se quien eres”.
Entonces te vuelvo a preguntar: ¿Y sabes qué hay aquí, dentro de mi corazón? Si puedes responder, entonces sabré que me conoces hasta donde te he permitido.
A esa pregunta podrías contestar que es mucho más fácil que la anterior: que hay sentimientos, emociones, un lugar especial para mi familia y mis amigos, recuerdos de un viejo amor y un sin fin de etcéteras, como tiene el resto del mundo. Parece una respuesta lógica y suficiente pero, no es lo que yo espero de ti.
Cambiaría entonces la conversación y dejaríamos atrás aquellas “tontas” preguntas. Sin embargo, por eso mismo no te he preguntado nada aún, sólo confirmaría lo que he temido, aquella verdad implícita, el hecho de que aún no me conoces.
¿Acaso no ves que me escondo de todos pero a ti no te niego nada? ¿No ves que para el resto de la gente soy fuerte pero ante tí me muestro tal como soy? Y aun así, ni me ves, ni te das cuenta.
Te regalo la ilusión de mi mente, el suspiro que se traba en mi pecho y la lágrima que va creciendo dentro de mí y aun así.....no me ves, no me conoces.
No te has detenido a ver mi mundo o mi carencia y, mucho menos, mi esencia, sólo has tropezado en mi sendero y, tal vez, no te interese ser el pilar de mis anhelos. No te has detenido a visualizar los tesoros de mi isla, pues quizá, no perteneces a la misma. Pero ya no importa, sigue tu camino, ojalá tu velero desembarque en el mismo puerto que tu destino.
Te pregunto por última vez: ¿Me conoces?, y quizá digas: “Ya no lo se, pensé que sí pero, ya no lo se”. Entonces yo te contestaré: Me entregué sin reservas y con libertad pero, no te corresponde descubrir mi verdad, tal vez no es el momento o tú no eres lo que anhelo. Si tú no me conoces, yo tampoco podré conocerte.
Un beso
Podrías decir que sabes cuantas hermanas tengo, cómo se llaman mis padres, dónde vivo, dónde estudié, que tienes mi número de teléfono y, por todo eso, me responderías: “Sí, te conozco y se quien eres”.
Entonces te vuelvo a preguntar: ¿Y sabes qué hay aquí, dentro de mi corazón? Si puedes responder, entonces sabré que me conoces hasta donde te he permitido.
A esa pregunta podrías contestar que es mucho más fácil que la anterior: que hay sentimientos, emociones, un lugar especial para mi familia y mis amigos, recuerdos de un viejo amor y un sin fin de etcéteras, como tiene el resto del mundo. Parece una respuesta lógica y suficiente pero, no es lo que yo espero de ti.
Cambiaría entonces la conversación y dejaríamos atrás aquellas “tontas” preguntas. Sin embargo, por eso mismo no te he preguntado nada aún, sólo confirmaría lo que he temido, aquella verdad implícita, el hecho de que aún no me conoces.
¿Acaso no ves que me escondo de todos pero a ti no te niego nada? ¿No ves que para el resto de la gente soy fuerte pero ante tí me muestro tal como soy? Y aun así, ni me ves, ni te das cuenta.
Te regalo la ilusión de mi mente, el suspiro que se traba en mi pecho y la lágrima que va creciendo dentro de mí y aun así.....no me ves, no me conoces.
No te has detenido a ver mi mundo o mi carencia y, mucho menos, mi esencia, sólo has tropezado en mi sendero y, tal vez, no te interese ser el pilar de mis anhelos. No te has detenido a visualizar los tesoros de mi isla, pues quizá, no perteneces a la misma. Pero ya no importa, sigue tu camino, ojalá tu velero desembarque en el mismo puerto que tu destino.
Te pregunto por última vez: ¿Me conoces?, y quizá digas: “Ya no lo se, pensé que sí pero, ya no lo se”. Entonces yo te contestaré: Me entregué sin reservas y con libertad pero, no te corresponde descubrir mi verdad, tal vez no es el momento o tú no eres lo que anhelo. Si tú no me conoces, yo tampoco podré conocerte.
Un beso
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